miércoles, 2 de marzo de 2011

filosofia latinoamericana




Filosofía latinoamericana

El término Filosofía latinoamericana hace referencia a un proyecto 
filosófico que propugna por una contextualización de la filosofía en 
el ámbito latinoamericano y no, como podría inferirse, al conjunto 
amplio de corrientes filosóficas practicadas en los distintos países 
deAmérica Latina. Es el proyecto de una filosofía surgida desde 
América Latina y enfocada en la reflexión sistemática sobre sus 
problemas y situaciones propias. Conviene por ello realizar una 
distinción técnica entre Filosofía en Latinoamérica y Filosofía l
atinoamericana.1 2

Historia

El proyecto de elaborar una filosofía propia, anclada en la idiosincrasia 
y en las realidades latinoamericanas, se desarrolló durante el siglo XX
 en tres vertientes diferentes: 1) la vertiente ontológica, también 
llamada "americanismo filosófico", que reflexiona sobre la identidad 
nacional o continental; 2) la vertiente historicista, que busca una 
comprensión filosófica de la historia de América Latina y la formulación 
de una historia de las ideas en el continente; 3) la vertiente liberacionista
, más conocida como "filosofía de la liberación", que reflexiona sobre 
las condiciones para la emancipación política, económica y cultural de
 los pueblos latinoamericanos.

[editar]La vertiente ontológica

El nacimiento de la primera vertiente, también llamada “americanismo filosófico”, 
puede rastrearse hasta las primeras décadas del siglo XX en México, 
como fruto del ambiente nacionalista que había generado la revolución mexicana
. La revolución de 1910, con su carácter nacionalista, antiimperialista y 
antioligárquico, promovió en México una reflexión sobre el “ser” del hombre 
mexicano y latinoamericano, que se tradujo en una serie de ensayos literarios
 con pretensiones filosóficas, como por ejemplo La raza cósmica. Misión de la 
raza Iberoamericana (1925) e Indología: una interpretación de la cultura 
iberoamericana (1926), ambos escritos por José Vasconcelos Calderón. Pero
 es en el libro de Samuel Ramos El perfil del hombre y la cultura en México
 (1934) donde puede apreciarse una primera configuración del proyecto de
 una filosofía sobre lo mexicano. También es importante la creación del
 Grupo Hiperión, conformado por filósofos como Emilio UrangaJorge Portillo,
 Luis Villoro y Joaquín Sánchez McGregor. De este grupo se destaca la obra
 de Uranga Análisis del ser mexicano(1952).
Partiendo entonces de México, el americanismo filosófico generó toda una 
serie de obras en todo el continente, cuya influencia se extendió durante 
casi cuatro décadas (1930-1970) y de las que pueden destacarse las 
siguientes: La seducción de la barbarie. Análisis herético de un continente 
mestizo (1953) y América profunda (1962) del argentino Rodolfo Kusch;
 América Bifronte. Ensayo de ontología y filosofía de la historia (1961) 
del también argentino Alberto Caturelli; Pueblo continente (1937) del
 peruano Antenor Orrego; El problema de América (1959) del 
venezolano Ernesto Maíz Vallenilla; El sentimiento de lo humano
 en América (1951) del chileno Félix Schwartzmann; La invención de
 América. Investigación acerca de la estructura histórica del nuevo
 mundo y del sentido de su devenir (1958) del mexicanoEdmundo O'Gorman 
y La filosofía de lo mexicano (1960) de Abelardo Villegas. Todas estas
 obras generaron un sonado debate en todo el continente acerca de la 
existencia o no existencia de una filosofía originalmente latinoamericana
, que se reflejó en textos como Filosofía argentina (1940) de Alejandro 
Korn; Sobre la filosofía en Iberoamérica (1940) de Francisco Romero;
 ¿Hay una filosofía iberoamericana?(1948) de Rizieri Frondizi; ¿Cuáles 
son los grandes temas de la filosofía latinoamericana? (1958) de Victoria
 Caturla de Bru; El problema de la filosofía hispánica (1961) de Eduardo
 Nicol; Filosofía española en América (1967) de José Luis Abellán y La 
filosofía Iberoamericana(1968) de Francisco Larroyo.

[editar]La vertiente historicista

Esta segunda ramificación se origina también en México y es impulsada 
inicialmente por la influencia del filósofo español José Ortega y Gasset 
a través de su discípulo José Gaos, quien llega a México a finales de los 
años treinta como refugiado a causa de la guerra civil española. Adoptando 
las tesis historicistas de su maestro, Gaos delinea el proyecto de reconstruir
 la historia de las ideas como base para elaborar una Filosofía en lengua 
española, título de su importante libro publicado en 1945. Pero no hay duda 
de que la gran figura del historicismo latinoamericano es Leopoldo Zea,
 discípulo directo de Gaos, quien propone y desarrolla una reflexión sistemática
 sobre la historia de las ideas en el continente como presupuesto indispensable 
para la generación de un filosofar propio. Desde su tesis El positivismo en 
México (1943), pasando por América en la historia (1957), El pensamiento 
latinoamericano (1965) y 
Dialéctica de la conciencia americana (1976), hasta su original Filosofía de la
 historia americana (1978), Zea recorre un camino que le convierte en el gran
 impulsor del proyecto de la filosofía latinoameriana.
La obra pionera de Leopoldo Zea tuvo repercusiones continentales y 
contó con importantes continuadores, entre quienes habría que destacar
 cuatro figuras principales: el uruguayo Arturo Ardao, el peruano 
yHoracio Cerutti Guldberg. El aporte de estas figuras radica sobre todo 
en su reflexión metodológica sobre el problema de la historia de las ideas
. De Ardao se recuerda principalmente su seminal ensayo Historia y
 evolución de las ideas filosóficas en América Latina (1979), y de Miró
 Quesada sus dos excelentes libros Despertar y proyecto del filosofar 
latinoamericano (1974) y Proyecto y realización del filosofar latinoamericano
 (1981). Arturo Andrés Roig ha desarrollado una extraordinaria obra de 
reflexión sobre la historia de las ideas en sus librosTeoría y crítica del 
pensamiento latinoamericano (1981) y Rostro y filosofía en América Latina
 (1994). Por su parte, Horacio Cerutti, conocido ya por sus críticas en la década
 del setenta al proyecto de la filosofía de la liberación, ha publicado importantes 
reflexiones sobre historia de las ideas: Hacia una metodología de la historia
 de las ideas (filosóficas) en América Latina (1986) y Filosofar desde nuestra 
América (2000).
El legado de la historia latinoamericana de las ideas se ha dejado sentir
 en varios países: en Uruguay Yamandú Acosta; en Argentina Hugo 
 en Brasil Joao Cruz Costa; en Perú David Sobrevilla; en Venezuela
Carmen Bohórquez y Javier Sasso; en Cuba se destaca la labor de 
Pablo Guadarrama en la Universidad de Santa Clara; en Colombia fue 
importante la creación en 1977 del "Grupo de Bogotá" por parte de algunos
 profesores de la Universidad de Santo Tomás; en México sobresale la 
de la UNAM; en España la exhaustiva obra de José Luis Abellán, y
 en los Estados Unidos la de Jorge GraciaOfelia Schutte y José Luis Gómez Martínez.

[editar]La vertiente liberacionista

Mientras que las dos vertientes anteriores nacen al extremo norte del continente, 
en México, la filosofía de la liberación nace en el extremo sur, en Argentina. Fue
 allí donde hacia comienzos de la década del setenta empezó a surgir un 
movimiento filosófico que recogía las preocupaciones articuladas por otros
 sectores de la intelectualidad latinoamericana como la sociología de la 
dependencia y la teología de la liberación. Antecedente importante fue
 la publicación en 1968 del libro ¿Existe una filosofía de nuestra América? 
del peruano Augusto Salazar Bondy, en el que se plantea que la 
autenticidad de la filosofía latinoamericana vendrá como autoconciencia
 de la situación de alienación y dependencia en la que se halla sumido 
el continente.
Puede decirse que los acontecimientos fundacionales de la filosofía de
 la liberación son el II Congreso Nacional de filosofía realizado en la
 ciudad de Córdoba (1972) y la publicación, en el mismo año, del libro 
Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana. Allí aparecen las 
figuras iniciales del movimiento: Enrique DusselMario CasallaCarlos
Scannone y Oswaldo Ardiles. Filósofos todos de distintas provenencias 
y orientaciones, pero que coincidían en la necesidad de una filosofía
 comprometida con los procesos de emancipación política, social y 
cultural de América Latina.
La persecución desatada por la feroz dictadura militar en Argentina
 obligó a un éxodo masivo de los filósofos de la liberación hacia
 mediados de la década del setenta. En México se estableció el que 
llegaría a convertirse en la gran figura del movimiento y con quien 
están asociados sus principales desarrollos teóricos: Enrique Dussel.
 Allí escribe su libro programático Filosofía de la Liberación (1973) y 
desde allí inicia la continentalización del movimiento. En México se 
firma en 1975 la célebre "Declaración de Morelia" en la que convergen 
filósofos pertenecientes a las tres vertientes consideradas en este artículo:
ç Abelardo Villegas, Leopoldo Zea, Francisco Miró Quesada, Arturo Andrés
 Roig y Enrique Dussel. La incansable y prolífica obra de Dussel - de 
alcance sólo comparable a la de Leopoldo Zea - hace de la filosofía 
de la liberación un movimiento conocido en todo el mundo. Se recuerdan
 los diálogos emprendidos en la década del noventa con filósofos de la
Entre las numerosas obras de Dussel habría que destacar: Filosofía 
ética latinoamericana (1973), Método para una filosofía de la liberación
 (1974), Introducción a la filosofía de la liberación (1977), 1492: el 
encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la modernidad (1992), 
Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión(1998) y
 Política de la liberación (2008).
La filosofía de la liberación ha encontrado eco en varios países.
 En Brasil hay que destacar la obra de Hugo AssmanRoberto 
muy importante la contribución de Franz Hinkelammert, original 
pensador alemán conocido por sus libros Crítica de la razón 
utópica (1984), La fe de Abraham y el Edipo occidental (1990)
 y El grito del sujeto (1998); en Bolivia se destacan los aportes
 de Juan José Bautista, discípulo de Dussel y Hinkelammert. 
Una recepción importante ha encontrado la filosofía de la 
liberación en Europa (Hans Schelkshorn) y Estados Unidos 
colonialidad, del cual Dussel forma parte.

[editar]Tendencias actuales

En la última década del siglo XX y primera del siglo XX
algunos de los temas tradicionalmente abordados por la 
filosofía latinoamericana fueron asumidos y resemantizados
 en el continente por corrientes intelectuales como los estudios 
culturales y los estudios poscoloniales. No obstante, el legado
 específico de la filosofía latinoamericana, en las tres vertientes 
mencionadas, ha sido transformado sustancialmente hacia
 comienzos del siglo XXI por obra de tres figuras principales: 
el cubano Raúl Fornet-Betancourt (Raúl Betancourt),
el ecuatoriano Bolívar Echeverría y el colombiano Santiago
Fornet-Betancourt propone un "giro intercultural" de la 
filosofía de la liberación que la convierta en un puntal 
para el diálogo con distintas tradiciones filosóficas de la
 humanidad. La obra de Echeverría podría ser ubicada
 como una prolongación crítica de la vertiente ontológica
 en clave de filosofía de la cultura, sobre todo en 
aquellos textos donde realiza una caracterización del 
"ethos barroco" de América Latina como alternativa
 a la racionalidad capitalista de la modernidad europea.
 Por su parte, Castro-Gómez se inscribe como heredero 
de la vertiente historicista, pero repensándola desde 
la genealogía de Michel Foucault y desde los estudios 
poscoloniales latinoamericanos. De Fornet-Betancourt 
destaca el libro Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana 
actual (2004), de Echeverría La modernidad de lo 
barroco(1998) y de Castro-Gómez sus libros Crítica 
de la razón latinoamericana (1996) y La hybris del punto cero (2005)
También cabe destacar el aporte realizado en los 
Estados Unidos por dos inmigrantes latinoamericanos:
 de un lado el colombiano Eduardo Mendieta, quien 
busca caracterizar la filosofía latinoamericana como 
"filosofía de la filosofía", tal como lo propuso en su momento 
José Gaos; de otro lado el puertoriqueño Nelson 
Maldonado-Torres, que utiliza la obra de Enrique Dussel
 para avanzar hacia la formulación de una filosofía afro-
caribeña, en diálogo directo con el trabajo del filósofo americano

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